domingo, 16 de noviembre de 2008

Regreso al hogar 2


-Estás mejor, no hay duda, pero si me permites te voy a dar un consejo. Deberías regresar a tu hogar. Estás mejor, no hay señal de la enfermedad, solo que estás en una baja forma y puedes cogerla de nuevo. Si vuelves a cogerla…no sobrevivirás. Dale una oportunidad a la vida, por favor, ve a tu casa, termina de recuperarte y aprovecha la vida que es muy bonita y no vale la pena desperdiciarla.

El médico tenía razón. Quedándose, no se pasaría su dolor, y marchándose, tampoco, pero el de su padre podía pasar a un segundo plano. No obstante, no era un niño, tenía ya cuarenta y cuatro años, y… bueno… él dejó el hogar paterno para ampliar sus horizontes, trabajar en la ciudad, ayudar a su abuelo y hacer de intermediario entre la empresa y el hogar paterno, pues desde el rancho se enviaba la madera a la gran ciudad. Y precisamente por eso, el médico no quería meterse demasiado.

Pero la verdad era que Frank no sabía que hacer. No le había dicho a su padre lo que había pasado, como tampoco sabía bien si lo mejor era vivir o morir. Con la vida estaba solo, con la muerte, estaba con su esposa, con su hijo, con su hermano, con su abuelo...

El médico se marchó en silencio, no se despidió de él, pues nunca lo hacía, ya que entraba y salía cada vez que le era posible. No era la única persona que se quedaba solo por culpa de la epidemia, pero sí era la única que lograba sobrevivir, enterrando a tres familiares en tan poco tiempo, y la primera que llegaba tan alto siendo hijo de un ranchero. Además, había levantado el negocio de la madera en la ciudad cuando su abuelo a punto estuvo de perderlo todo.

Frank se quedó sentado en el sofá. Por unos momentos, recordó a su hermano muerto. Su sonrisa, su gracia, su alegría, su siempre estar allí… las veces que se prometieron no olvidarse, las veces que hirieron a Aaron y este le pedía ayuda, y él se la daba… pero cuando se marchó a la ciudad e hirieron de nuevo a Aaron, éste no se recuperó. Él no estaba allí para cuidarle, no estaba allí para prometerle que jamás le olvidaría, y no estaba allí para ayudarle. Le falló a su hermano. Le falló y murió. Y su padre sufría por ello.

No. No podía volver a casa, porque allí perdió a alguien muy importante. Allí perdió a un hermano, un amigo, un confidente…

6 comentarios:

Didac Valmón dijo...

Precioso...esa sensación de fallo siempre existente...bien narrada, enhorabuena

Arwen Anne dijo...

me alegro de que te guste Didac

Thiago dijo...

Arwen, un poco triste como la otra, pq perder a un padre o a una madre parece lógico y va en la vida... perder a un hijo a o un hermano debe ser peor de llevar, no?. Yo no imagino mi vida sin mi hermano y sin mis hermanas....

Pero tus escritos esán muy bien. Son muy emocionantes. Bezos.

Arwen Anne dijo...

gracias por tu comentario Thiago, la verdad es que hoy estoy un poco triste, acaban de rechazar mi novela, la primera vez que me dicen un no y la verdad, me siento como si me hubieran arrancado algo de mí misma, pero bueno, no pasa nada, a continuar

Rafa dijo...

Sigue adelante, quiero saber más
Felicidades

Arwen Anne dijo...

por supuesto Halatriste, aquí tienes una parte con un poquito de esperanza