La fuente que fluye

Ayer las ideas durante unas horas desaparecieron de mi mente. No sabía que decir ni que hacer, me quedé en blanco y me dejé llevar por mis instintos. No me fue del todo mal, aunque sin duda, prefiero tener ideas.

Hoy las ideas están muy claras, supongo que necesitaban organizarse y tomar el camino para encontrar la salida, y vaya si lo han hecho.

Van mucho más deprisa que mis dedos, aunque dejan una estela de recuerdo y de sensaciones que me ayudan a poder plasmarlas, no solo en esta entrada, si no también en las historias, porque Ana me ha dado la idea para un cuento y Frank me está mostrando una forma de ser y vivir no propia del lejano Oeste.

Por ahora, me está contando el cómo se conocieron sus padres, quiere contarme la historia de su vida desde el principio, y yo, desde luego, no soy quien le va a decir que no, pues me siento muy plena y llena cuando escribo lo que él me muestra.

Hoy no voy a extenderme mucho en esta entrada porque me voy a poner a escribir el cuento que, quizás, mañana suba al blog para que todos lo podáis leer. Digo que quizás mañana, porque lo tengo muy clarito en la mente y eso, sin duda, es una buena señal.

No quiero terminar sin avisar de que el lunes, voy a poner otro repaso de mi curso de literatura. Se quedaron muchas cosas abiertas en el primero, así que voy a profundizar un pelín más en el personaje principal. Espero que estéis ahí para leer y preguntar todas vuestras dudas.

Por cierto, el blog ya definitivamente se queda de esta forma, creo que se ve todo y no se mezcla nada ¿verdad? si alguien tiene problemas para ver alguna cosa, que no dude en decirlo y le pondré remedio lo antes posible