Hoy, que las cosas me van bien, que estoy enamorada, que tengo ilusiones en el futuro... tú no estás. Me siento como cuando iba en el coche, detrás del que te llevaba, dentro de aquella caja tan fría, tan solitaria...tan llena de tí... Abuela, se que tú no querías que llorara, pero no lo puedo evitar. Haces falta aquí. Haces falta. ¿Porqué te fuistes? Porque tus ojos se cerraron, porqué me dejastes sola cuando más te necesitaba.
Se que tengo a mis padres, pero tu presencia me es necesaria y no se porque. Supongo que te tengo tantas cosas por decir que se quedaron en el camino... tantas cosas... tantos sueños que contarte, tantos consejos que pedirte...tantas historias que escucharte...
No te puedo visitar en el cementerio, lo siento, no puedo. Vi como metían la caja, pero... para mí tu no estás allí, no lo creo, no quiero ni puedo creerlo. Tú estás en algún sitio y yo no se donde.
Abuela, se que te hubiera hecho feliz ver a tu Jesús Nazareno en el libro, que hubieras llorado de alegría, que hubieras... no se, pero sido feliz. Lo se. No lo ves, porque no estás, te fuistes hace ya cuatro años y pico, aunque para mí, aún estás viva. No he superado tu muerte, lo se, pero te diré una cosa, jamás lo haré. Jamás lo haré porque si hubiera sido otra nieta, tu seguirías viva, si yo no hubiera estado enferma, hubiera trabajado y tendría dinero para que vivieras con nosotros, y tú, jamás, hubieras ido a la residencia, la pena no se hubiera apoderado de tí y hubieras estado con nosotros, verías mis logros y serías feliz.
Toda tu vida has estado sufrido, trabajando por tus hijos, por tus nietos, intentando hacer lo mejor, pero... te lo pagaron desaciendose de tí como si de un trapo viejo se tratase. Abuela, te quiero y te querré siempre, por favor, pérdoname por no ser la nieta que tu necesitabas.
Estrategias de lectoescritura para casa
Hace 6 días